El Espejo del Pasado
Un joven aspirante a sabio pasaba horas cada día frente a un antiguo espejo de bronce que había heredado de su abuelo. Decía que al observarlo con atención, podía ver el pasado: sus errores, sus glorias, los caminos que no tomó.
—En el reflejo —decía— están las respuestas que necesito para convertirme en sabio.
Su maestro zen, al notar la obsesión, se acercó un día con calma, lo observó un momento en silencio y luego lanzó el espejo al suelo. Este no se rompió, pero quedó cubierto de polvo.
El joven, sobresaltado, protestó:
—¡Maestro! ¡Ese espejo era sagrado para mí!
El maestro le respondió:
—Un sabio no camina hacia adelante mirando hacia atrás.
Un reflejo solo muestra lo que fue, no lo que es.
Y quien vive atrapado en lo que ya pasó, tropieza con el ahora.
Luego le tendió una taza de té y dijo:
—La sabiduría no está en el espejo, sino en cada sorbo que aún puedes tomar.
¿Cuántas veces nos aferramos al pasado creyendo que ahí está la sabiduría, sin darnos cuenta de que nos impide ver lo que está frente a nosotros?
¿Qué espejos miramos en nuestra vida diaria para justificar nuestras decisiones o emociones? ¿Realmente nos muestran la verdad o solo nuestras memorias?
Si la sabiduría está en cada sorbo del presente, ¿qué estás dejando de saborear por estar atrapado en lo que ya fue?
PENSATOR