Recientemente, tuve el privilegio de liderar un curso de Inteligencia Artificial (IA) en Cartagena...
La Carta del Sauce
La jardinera y el sauce, cuando el viento deja de dictar verdades.
Una mañana suave, cuando el rocío aún colgaba de las hojas como pensamientos no dichos, la mujer llamada Kaoru subió al templo de la colina. Tenía sesenta inviernos en la piel, pero su risa aún sabía a fruta madura.
Había sido coach y mentora, jardinera de almas.
Durante años había guiado a otros por sus propios laberintos. Ahora, ya retirada, sus hijas lejos y su casa en silencio, miraba hacia la montaña buscando la belleza en las cumbres nevadas.
Había llegado al templo no por fe, sino por una carta.
El maestro Ryō, anciano de ojos dulces y pasos lentos, la recibió en el jardín de piedras. Ella le mostró la hoja oficial que había recibido esa semana: el seguro médico la había inscrito en un programa para adultos mayores.

—No es el contenido, maestro. Es la forma. La manera en que una carta puede nombrarte “vieja” como quien pone una etiqueta en un frasco olvidado.
Ryō la miró con una sonrisa casi imperceptible y no dijo nada. Caminó hacia el gran sauce del fondo del templo y le pidió que lo siguiera.
—Este árbol —dijo señalando el tronco torcido—, fue plantado por un monje hace más de cien años. Cada otoño parece cansado, cada invierno parece a punto de morir. Pero cada primavera, sus hojas regresan. Nunca se apresura. Nunca compite.
—Pero yo no soy un árbol, maestro —susurró Kaoru.
—No. Eres más difícil de comprender. Los árboles no reciben cartas ni tienen la capacidad de apreciar la belleza de la montaña, el olor del incienso ni el sabor de la miel.
Kaoru bajó la mirada, sonrió. Algo en su pecho se aflojó.
—¿Y qué debo hacer con la carta?
El maestro la tomó, la dobló con lentitud y la colocó entre las raíces del sauce.
—Déjala aquí. Quizás el árbol sepa qué hacer con etiquetas humanas.
Koans para contemplar:
¿En qué momento comienza la vejez si el alma no ha terminado de florecer?
¿Puede una carta definir lo que el corazón aún no ha aceptado?
Si el sauce no compite, ¿por qué habríamos de hacerlo nosotros?
¿Kaoru contempló el sauce y, por primera vez, se preguntó si el viento también le susurraba secretos sobre el tiempo… ¿acaso los árboles saben algo que nosotros olvidamos?