Mateo 7:6
Un discípulo llegó al maestro con el corazón hecho nudos:
—Maestro, no me invitaron al banquete del templo. Luego, cuando ya estaba por terminar, me dijeron que podía pasar. ¿Debí ir?
El maestro sirvió una taza de té, pero la dejó fuera del alcance del discípulo.
—¿Vas a dármela? —preguntó el joven, algo incómodo.
El maestro respondió:
—Si no te invito a tomar, ¿por qué estirarías la mano?
El discípulo bajó la cabeza, pero insistió:
—A veces me ignoran, me olvidan, me buscan solo cuando les conviene… ¿Qué hago?
El maestro se levantó y escribió en la arena:
“Donde no hay lugar para ti, no hagas espacio.
Donde no hay voz para ti, guarda silencio.
Donde no te valoran, no permanezcas.”
Y luego agregó:
“Y nunca aconsejes a quien no ha pedido aprender.
El sabio espera la sed antes de ofrecer agua.”
El discípulo respiró hondo, hizo una reverencia y no volvió a hablar de ese banquete.
* El plato vacío al final del banquete, ¿es la ausencia de invitación o la plenitud de la espera?
* La taza de té fuera del alcance, ¿es la sed ignorada o la mano que no se extiende?
* El silencio donde no hay voz, ¿es el vacío de la exclusión o el eco de la propia valía?
Pensator